Morning Glory
(Un Despertar Glorioso)



De la pluma de la escritora de The Devil Wears Prada nos llega Morning Glory, una comedia chick flick que si bien guarda ciertas similitudes con respecto al filme protagonizado por Meryl Streep y Anne Hathaway, en esta ocasión hay algo en la fórmula que no termina de convencer y eso se refleja en el producto final.


Rachel McAdams lleva el rol principal del filme e interpreta a Becky, una joven inteligente y workaholic que decide tomar el puesto de productora ejecutiva del programa Daybreak: una revista matutina que está por los suelos en nivel de audiencia. Con la finalidad de renovar la emisión y aumentar el rating, Becky se da a la tarea de contratar al veterano periodista Mike Pomeroy (interpretado por Harrison Ford), cuya carrera está en el ocaso, para hacer mancuerna con la chiflada conductora Colleen Peck (Diane Keaton). Obviamente, es aquí cuando empiezan los problemas para la joven productora, ya que Mike se rehusará a trabajar bajo sus condiciones, poniendo en peligro el futuro de la producción televisiva.


McAdams ha demostrado en sus trabajos anteriores que tiene el suficiente carisma y talento para sacar a flote un filme, sin embargo hubo momentos de Morning Glory donde simplemente me sacó de quicio. No creo que la culpa haya sido de ella sino del personaje que le tocó interpretar, el cual por momentos era demasiado parlanchín que rayaba en la desesperación. De Diane Keaton ni hablar, que en las últimas tres películas que la he visto ha interpretado el mismísimo papel y cada vez más sobreactuada. Es Harrison Ford quien logra salir mejor parado con su rol de amargado y gruñón. A pesar de que el guión muestra ciertas similitudes con The Devil Wears Prada, como ya lo mencioné anteriormente, no solamente por ubicar la historia en Nueva York, sino también por compartir un lead femenino que trabaja arduamente para salir adelante y que batalla para encontrar el balance entre su vida profesional y personal, Morning Glory está a años luz de llegarle a los talones a Miranda y sus secuaces. Hace falta lo chic, lo fashion, los parlamentos memorables, los momentos cómicos y la simpatía y química del elenco. Es más, hasta la parte romántica de la película parece salir sobrando y se siente como mero requisito para clasificarla como chick flick. Lástima por Patrick Wilson quien a mi gusto, termina demasiado desaprovechado en un rol que no aporta mucho a la historia en general.


El resultado es una comedia con pocos momentos hilarantes y con una historia poco memorable. Aún así, es una opción palomera recomendada y de entretenimiento seguro, con un relato fácil de digerir y con actores queridos y reconocidos por el público que si bien hacen todo lo posible por sacar a flote la cinta, sus personajes y la historia no logran hacerles justicia.

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