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Borat
"Aprendizajes culturales"
***
Borat: Cultural Learnings of America to Make Benefit Glorious Nation of Kazakhstan
Estados Unidos, 2005
Dirige: Larry Charles
Con: Sacha Baron Cohen y Ken Davitian
"My name-a Borat. I like you. I like sex. Is nice!". Con dicha frase da inicio la cómica travesía del reportero Borat a través del territorio de los Estados Unidos. Borat, para aquellos que lo desconocen, es un personaje ficticio del comediante Sacha Baron Cohen, quien saltó a la fama por medio de un programa televisivo llamado Da Ali G Show que en los Estados Unidos se transmitía por la cadena de cable HBO. Si algo ha caracterizado a este cómico, y que lo diferencía de los demás, es la forma en la cual realiza sus bromas y los comentarios con sátira política que incluye en las mismas. La cinta no es la excepción. Con chistes sumamente grotescos que llegan a rayar en lo asqueroso, bromas agresivas y ofensivas, la película cumple con su objetivo: entretener, botarte de la risa y mostrarnos a la verdadera sociedad americana.
En primera instancia, Borat viaja a los Estados Unidos con la finalidad de aprender algunas lecciones culturales que puedan servirle a Kazakhstan para superar algunas de sus problemáticas. Borat, junto a su productor, llegan a la ciudad de Nueva York y lo primero que presenta la cinta, es el choque cultural. Aunque la película exagera las situaciones con tal de hacerlas cómicas, la verdad es que, pese a que los estadounidenses proclaman que respetan a personas de otros países, Borat se da cuenta que el choque es inmenso. Basta con la escena de la cena, donde podemos observar el claro contraste entre la cultura americana, y en este caso, una cultura ficticia, pero que bien podría ser cualquier otra del mundo. Asimismo, el tono de pseudo-documental que maneja la cinta al entrevistar a personas común y corrientes, nos lleva a descubrir el rechazo de las minorías en los Estados Unidos (la comunidad afroamericana, la comunidad gay, la comunidad judía) y el apoyo de la sociedad hacia la guerra contra el supuesto terrorismo.
Lo difícil de la cinta, creo yo, es que no es la comedia convencional americana y por consiguiente, no tiene el humor al que estamos acostumbrados. Borat no es la típica cinta de Adam Sandler, Will Ferrell o Jim Carrey. Sacha Baron Cohen llega a los extremos, incluso tan irreverentes como Jackass, y no le da miedo criticar de paso al Presidente de los E.U.A. Sin embargo, para un público que está acostumbrado a ver comedias ligeras, el humor ácido de Borat podría no ser del todo agradable, o bien, podría resultar indignante. Por momentos, a mi me pareció que el odio hacia los judíos del personaje de Borat era extremo y si estuve en desacuerdo. Sin embargo, leyendo un poco más en Internet, me di cuenta que el mismo Cohen es judío y que solo lo hace para representar a su personaje. Pese a ello, hay gente que se cree todo lo que ve en una cinta y no alcanzan a analizar más allá de las meras imágenes que les presentan. Incluso habrá quienes no sepan que Cohen es judío y lo odiarán por antisemita. El caso es que, si yo fuera judío, no haría lo que este hombre hace, que con tal de ser cómico, insulta su propia religión. Me parece una burla y falta de respeto.
Como comedia, cumple con su propósito. Y como viaje de aprendizajes culturales, también funciona. Al final, Borat comprende que los Estados Unidos no son todo lo que él imaginaba y se da cuenta que la vida es mucho mejor en su natal Kazakhstan. Es una cinta que recomiendo ampliamente, aunque si no les gusta el humor irreverente, les va a parecer tonta, aburrida e incluso grotesca. En lo que a mi me concierne, me mantuvo botado de la risa y a la vez, me hizo comprender la idiosincrasia y la doble moral de los americanos.
En primera instancia, Borat viaja a los Estados Unidos con la finalidad de aprender algunas lecciones culturales que puedan servirle a Kazakhstan para superar algunas de sus problemáticas. Borat, junto a su productor, llegan a la ciudad de Nueva York y lo primero que presenta la cinta, es el choque cultural. Aunque la película exagera las situaciones con tal de hacerlas cómicas, la verdad es que, pese a que los estadounidenses proclaman que respetan a personas de otros países, Borat se da cuenta que el choque es inmenso. Basta con la escena de la cena, donde podemos observar el claro contraste entre la cultura americana, y en este caso, una cultura ficticia, pero que bien podría ser cualquier otra del mundo. Asimismo, el tono de pseudo-documental que maneja la cinta al entrevistar a personas común y corrientes, nos lleva a descubrir el rechazo de las minorías en los Estados Unidos (la comunidad afroamericana, la comunidad gay, la comunidad judía) y el apoyo de la sociedad hacia la guerra contra el supuesto terrorismo.
Lo difícil de la cinta, creo yo, es que no es la comedia convencional americana y por consiguiente, no tiene el humor al que estamos acostumbrados. Borat no es la típica cinta de Adam Sandler, Will Ferrell o Jim Carrey. Sacha Baron Cohen llega a los extremos, incluso tan irreverentes como Jackass, y no le da miedo criticar de paso al Presidente de los E.U.A. Sin embargo, para un público que está acostumbrado a ver comedias ligeras, el humor ácido de Borat podría no ser del todo agradable, o bien, podría resultar indignante. Por momentos, a mi me pareció que el odio hacia los judíos del personaje de Borat era extremo y si estuve en desacuerdo. Sin embargo, leyendo un poco más en Internet, me di cuenta que el mismo Cohen es judío y que solo lo hace para representar a su personaje. Pese a ello, hay gente que se cree todo lo que ve en una cinta y no alcanzan a analizar más allá de las meras imágenes que les presentan. Incluso habrá quienes no sepan que Cohen es judío y lo odiarán por antisemita. El caso es que, si yo fuera judío, no haría lo que este hombre hace, que con tal de ser cómico, insulta su propia religión. Me parece una burla y falta de respeto.
Como comedia, cumple con su propósito. Y como viaje de aprendizajes culturales, también funciona. Al final, Borat comprende que los Estados Unidos no son todo lo que él imaginaba y se da cuenta que la vida es mucho mejor en su natal Kazakhstan. Es una cinta que recomiendo ampliamente, aunque si no les gusta el humor irreverente, les va a parecer tonta, aburrida e incluso grotesca. En lo que a mi me concierne, me mantuvo botado de la risa y a la vez, me hizo comprender la idiosincrasia y la doble moral de los americanos.
-René Sánchez
renegsan@gmail.com
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